30 de junio de 2008

Transgénicos ¿buenos o malos?

La discusión sobre los alimentos transgénicos lleva años sin solución específica en el mundo. Basta leer los titulares de las noticias a nivel mundial con respecto a esto para darnos cuenta de que la postura de varios países aún no es clara y que hay dos posiciones bien marcadas y con argumentos contundentes.

Titulares de prensa

*Los titulares no representan la decisión final de los países sino el debate recogido por la prensa.


En Ecuador el tema se armó con los siguientes argumentos:

Alberto Acosta - ex presidente de la Asamblea Constituyente: si Ecuador se convierte en un país productor de transgénicos sus productos podrían dejar de ser apetecidos en otras naciones. “En Europa prefieren los alimentos ecuatorianos por ser de desarrollo normal y no modificado genéticamente”.

Wilson Rojas - director de Biodiversidad del Ministerio del Ambiente: quienes apoyan a los transgénicos hablan de que ayudan, por ejemplo, a frenar el deterioro del suelo porque se evita el uso de insecticidas o herbicidas en cultivos como de maíz, papa y otros. Mediante una modificación genética se logra que la propia planta produzca una toxina insecticida contra las plagas.

Elizabeth Bravo - Acción Ecológica: “La planta arroja una sustancia que se acumula en el suelo y mata a microorganismos y a una serie de insectos considerados agentes de control biológico. afectaría al equilibrio ecológico al atacar a insectos polinizadores o a aquellos que sirven de alimento para aves y ranas. Dentro del Ecuador, que es uno de los 17 países megadiversos, las evaluaciones de riesgo deben ser muy específicas".

"Si en una chacra se combina la siembra entre maíz genéticamente modificado y el andino, el primero tendrá una amplia ventaja, ya que al no ser afectado por plagas crecerá sin dificultad y se reproducirá más. En cambio, el maíz nativo corre el riesgo de desaparecer porque está propenso al ataque de las plagas... de esta forma ocurriría la denominada erosión genética".

Greenpeace: el consumo de alimentos transgénicos causa resistencia a los antibióticos.

Imelda Villota - Sociedad Ecuatoriana de Ciencias de la Alimentación y Nutrición:“varios productos que consumimos pudieran ser transgénicos, pero no lo sabemos. Por lo que estos productos debieran incluir información en las etiquetas para que el consumidor decida adquirirlos o no”.

El tema sobre transgénicos opone a los ingenieros genéticos y a los ecologistas. Pero ¿quién debe luchar por los beneficios o deventajas de estos productos? la ciudadanía ciertamente. Pero ante el bombardeo de información positiva y negativa al respecto ¿cuál será la postura correcta?

Ahora, existen otras posibilidades para tomar una decisión; estudios estadounidenses dicen que los transgénicos son buenos, Estados Unidos es el principal exportador de productos transgénicos. Expertos ingleses y suecos dicen que las modificaciones genéticas en plantas afectan a su estructura química y pone en riesgo al equilibrio natural. Es cuestión de cada uno buscar las fuentes más confiables y tomar una postura radical, además de colocar en una balanza las propiedades de estos alimentos para no sacrificar 10 buenas y sustituibles ante 2 malas e irreversibles.

9 de junio de 2008

Prensa que nadie reconoce

Los medios se monitorean entre sí, ninguna novedad, nada de malo en esta práctica, pero este hecho ha causado que la información, usualmente, no varíe de medio a medio; teniendo en cuenta que se explica el mismo hecho, parecería que todos los periodistas tienen la misma visión de un tema y que los datos que se publican eran los únicos que se podían recoger de una reportería. En todo caso los medios no solo se monitorean entre sí para vigilar a la competencia, sino para confirmar sus datos, unificarlos o en posibles casos copiarlos.

Pero el tema central análisis es una tendencia a formalizar o institucionalizar la información, opinión y posición de los grandes medios internacionales. Durante el conflicto Ecuador – Colombia, los medios ecuatorianos han prestado grandísima importancia a medios como el New York Times, El Tiempo, El País, etc. que de una u otra forma han desacreditado al Ecuador, y que además están alineados entre ellos mediante vínculos familiares y empresariales. El Tiempo está relacionado con la familia Santos cuyos dos miembros más conocidos son el Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos y el Vicepresidente Francisco Santos y fue fuente oficial para las notas de prensa ecuatorianas durante el conflicto. (Leer nota: La familia Santos y la desinformación).

Javier Darío Restrepo ha dicho en una entrevista a Rubén Darío Buitrón que: “Cuando hay guerra o conflictos en la frontera hay confusión. En esos momentos es cuando necesitas hacer el mejor periodismo. El periodista tiene que contribuir a desvirtuar la confusión con claridad y sobre todo honestidad en la información. Si hay una información clara y honesta contribuyes a la paz. Esa es la gran deuda de los periodistas y los medios cuando abordan los conflictos (…) La verdad está por encima de cualquier cosa, incluso del interés de un Gobierno o un Estado”. Agreguemos: incluso del interés de las multinacionales inmiscuidas en el conflicto.

El claro apoyo que recibió Colombia de parte de EEUU durante el conflicto, que se desató después de que el ejército colombiano bombardeara la selva ecuatoriana para eliminar un campamento de las FARC que se asentaba en la zona de Angostura, nos da la idea de que igual postura tomarían los periódicos de ese país, al cual los medios ecuatorianos también les dieron mucha cabida.

Pero, ¿por qué no se mostró nunca lo que otros medios decían? Hay mil excusas para responder a la inquietud pero la verdad del asunto es que no se vio más allá de los tradicionales grandes medios. La publicación del Sunday Indian, en donde el periodista, Saurabh Kumar Shahi, investigó los archivos desclasificados de la CIA con los que pudo conocer (y dio a conocer) que los miembros del gobierno colombiano eran investigados por ese cuerpo de inteligencia estadounidense y que, además, misiones diplomáticas de EEUU mantuvieron reuniones con Raúl Reyes sin que Colombia tenga conocimiento de ello, hubiese sido de gran utilidad para la prensa ecuatoriana que seguía fervientemente este caso y para la opinión publica en general.

Hay un segundo elemento importante, dice Javier Darío Restrepo, “cuando se producen esas crisis la opinión pública tiende a radicalizarse y el nacionalismo se vuelve una enfermedad muy peligrosa porque distancia posiciones y no ayuda al diálogo ni a la paz”. Claro está que los periodistas deben informar para que la gente pueda tomar decisiones, evitando manipular los hechos que puedan favorecer a sus intereses, pero en el caso del conflicto con Colombia, se ha visto una mayor tendencia a estar en contra del gobierno de Correa y a tratar de desenmascarar a sus miembros mediante lo que dice la prensa extranjera, sin hacer una mayor investigación, o en este caso un gran monitoreo, que hubiera desvelado que otros países están involucrados en asuntos tan graves como los que se describen en la nota publicada por el Sunday Indian: “A farce named FARC”.

La propuesta de este texto no es instar al “patrioterismo” que critica Restrepo, sino dar la voz a los grandes medios, a los lejanos medios y a los documentos reveladores que salen a la luz, con tal que sean verdaderos y que sean manejados de tal manera que no se conviertan en campañas de desprestigio en contra de otros países, como Colombia ha venido haciendo con Ecuador utilizando a el diario El Tiempo.

Como si se necesitaran excusas

Buscando noticias en Internet me interesé en el título de un artículo de opinión publicado en el diario Hoy que dice: “Y si no gana el “Sí”? de Carlos de la Torre. La forma en que los articulistas suelen tergiversar la realidad de situaciones que atañen a los ciudadanos suele ser muy maquillada, pero en este artículo, cuya propuesta central es un tema de debate muy interesante, se trata un tema con intención de atacar al gobierno pero sin sustento. El hecho de tener sentimientos contrarios a la gestión de Correa –más allá de que sea buena o mala- no es sinónimo de culpabilidad en el declive de otras gestiones, en este caso la de la derecha. El texto dice:

(Si ganara el No) En un par de años Alianza País dejaría de ser un movimiento caudillista y se tendría que transformar en un partido político. Se democratizaría y no sería la propiedad de un individuo que aglutina a las personas de las más diversas ideologías.

Al no existir el reinado de un caudillo, la derecha tendría incentivos para modernizarse dejando de lado a sus cabecillas que huelen a naftalina. La centro-izquierda tendría la posibilidad de ser una tendencia progresista y democrática.

Ni la derecha, ni ninguna ideología o movimiento necesita del declive de otro para surgir nuevamente. Peor aún necesita de un incentivo para modernizarse, esta equivocación en la que cae el articulista no es nada grave, pero si es un acto para reflexionar sobre cuan profundo es el análisis del acontecer nacional de quienes tienen la oportunidad de publicar en medios escritos sus más profundos pensamientos.

Aún cuando todos tenemos el derecho de estar en contra de un régimen, quienes escriben en medios tienen el deber ético de no dejarse vencer por el odio y el simplismo en el razonamiento al momento de analizar una situación. En otro contexto, el artículo sobre si no gana el “Sí” hubiese sido una riquísima fuente de análisis.

Entonces, para quienes tienen una ideología de vieja derecha, o de vieja izquierda, la cuestión no es modernizarse o darle manitos de gato a sus infraestructuras –muchas veces sinónimo de modernización-, la salida para una tendencia es tener un líder que haga tomar las mejores decisiones y que movilice a más personas en un intento por instaurarse… algún día.

2 de junio de 2008

El despiste de los periodistas o el oficio

A continuación se encuentra un texto publicado por el periodista ecuatoriano Rubén Darío Buitrón, quien a pesar de ejercer la profesión con una evidente pasión no se deja seducir por emotividades y sus comentarios son mucho más analizados al son de la razón que al son de la prontitud. El texto a continuación se encuentra publicado en su blog personal: Los medios en el medio rubendariobuitron.wordpress.com

Ir a la fuente
Por Rubén Darío Buitrón
Un nuevo escándalo mediático y político de acción y reacción: “El gobierno y la asamblea quieren coartar la libertad de prensa y la sociedad debe luchar para echar abajo esos intentos”.
Para curarnos en salud, los periodistas pasamos al ataque bajo la presunción de que se vienen el totalitarismo y la represión al pensamiento y a la crítica.
Con ese supuesto, defendemos ardorosamente la libertad, condenamos cualquier intento de censura o control y deploramos el afán de acallar al periodismo crítico e independiente.
Inmediata –y oportunamente- se suman los cantos reivindicativos de asambleístas de Sociedad Patriótica, del Prian o el Partido Social Cristiano. Utilizando la desmemoria colectiva ahora pretenden aparecer como los cuasi abanderados del derecho de la sociedad a recibir informaciones equilibradas, contextuales, pluralistas y útiles.
Los periodistas gritamos el tema con vocación demoledora. Tan demoledora que antes de escribir olvidamos ir a la fuente y caemos en el mismo error que criticamos: está mal que los asambleístas propongan un proyecto sin conocer cómo hacemos nuestro trabajo, pero también está mal que arrojemos fuego sin conocer a fondo la propuesta.
Rechazamos que nos obliguen a publicar solo lo verificado pero escribimos sin verificar el real sentido del proyecto. No vamos a la fuente para que nos confirme o rectifique o nos dé luces para abrir una deliberación nacional acerca de la información pública.
¿Es posible que algunos asambleístas del oficialismo estén pensando en hacer la revolución ciudadana de la comunicación cambiando de forma radical las actuales reglas de juego?
¿Es probable que esos asambleístas sean el brazo constitucional de la estrategia gubernamental de socavar la credibilidad de los medios mediante su descalificación sistemática para evitar la crítica, la investigación, la denuncia y la exigencia de rendición de cuentas al poder político?
Lo es.
Pero también es posible que ante la amenaza –real o supuesta- la reacción de los periodistas sea apresurada, visceral e inmadura: rechazar por rechazar, sin reflexión y confrontación de tesis, es nefasto en la construcción de un cuerpo legal que vele por el bien común y el ejercicio pleno de libertades y derechos civiles en una sociedad democrática.
Qué saludable sería que, en la intención de detener cualquier oculto afán de silenciamiento y proteger la libertad, los columnistas empezáramos por repasar las normas elementales del periodismo.
Qué saludable sería, para evitar que una eventual buena intención legislativa caiga en el tacho de la historia, que los asambleístas se pongan en los zapatos de los periodistas y conozcan de cerca su trabajo.
Qué saludable sería debatir apasionadamente el tema del periodismo y la información echando abajo el muro de los mutuos prejuicios y subjetividades.
Abrir el paraguas antes de que llueva es un acto de previsión, pero también puede ser un acto de paranoia.