Posiciones a favor y en contra de que Satya
sea inscrita de esa forma han sido explicadas ampliamente por varios sectores, argumentando
artículos de la Constitución y las leyes vigentes. Faltan pocos días para
conocer qué decide el juez ante quien se presentó la acción de protección que
auspicia la Defensoría del Pueblo, a favor de la petición de Helen y Nicky y, sin
embargo, existen aspectos que se deben abordar en tanto el tema tiene relación
con lo que entendemos como el concepto de familia.
Durante la audiencia que se realizó el pasado
4 de mayo, quien cruzaba por la calle sin conocer lo que estaba pasando
en la sala de flagrancia del Palacio de Justicia, podía distinguir claramente
los dos bandos que aquel día acudieron a defender sus causas. Del lado derecho
estaban los denominados
profamilia, uniformemente vestidos de blanco, mientras que a la izquierda se
ubicaban coloridos grupos a favor de las familias diversas y defensores de los
derechos humanos y LGBT. Me enfocaré en aquellas consignas que surgían de la
gente con uniforme, que retumbaron en mis oídos como si hubiese metido la
cabeza en el campanario de la iglesia más alta de Quito: “No a lo antinatural”,
“Papá y mamá principios familiares” y tantas otras que atacaban las uniones
lésbicas, calificándolas como una desviación antinatura que amenaza con
destruir a la familia ecuatoriana.
Parte de nuestra sociedad, cuya cotidianidad
se construye en base a roles y estereotipos, se ha escandalizado de que unas
mujeres ‘desviadas’, ‘pecadoras’, ‘pervertidas’, y mil adjetivos más, estén
criando a una pequeña. He escuchado posturas que indican que hay que velar por
el interés superior del niño y proveer a Satya un hogar "normal", pero, ¿qué es
un hogar normal? ¿Es aquel formado por padre y madre, heterosexuales, con hijos
y mascotas? No, no es ese, en Ecuador la
realidad es otra, los hogares son diversos, pasando por aquellos que viven la
migración, los que tienen a la cabeza madres o padres solteros, aquellos a los
que los accidentes de tránsito o la delincuencia los han cercenado y otras miles
de posibilidades. Y es común
rechazar la existencia de familias que no salen en TV ni en comerciales, que
están conformadas por parejas del mismo sexo, pero cuyo desenvolvimiento ha sido
analizado científicamente en varios estudios.
Los roles
tradicionales. Las
parejas del mismo sexo se enfrentan frecuentemente a preguntas como: ¿quién de
ellas es la madre y cuál es el padre? ¿Cómo aprenderá ese hijo a jugar fútbol?
¿A cuál le corresponde hacer las tareas del hogar? Todas estas, cuestiones
basadas en los convencionalismos sociales, en los roles preestablecidos para
hombres y mujeres, que hacen presumir que en las familias homoparentales
también deben asumirse las "características" de un hogar "normal".
La experiencia ha demostrado que las parejas
del mismo sexo comparten en mayor medida las tareas del hogar, a diferencia de
las parejas heterosexuales donde el rol de la madre es cumplir con los quehaceres y la del padre es la de proveer
recursos por medio de su trabajo fuera de casa. La Encuesta del Uso del Tiempo en
Ecuador, año 2007, indica que las mujeres trabajan un promedio de 15 horas
semanales más que los hombres por esta razón.
En el año 2004, la profesora Charlotte
Patterson, de la Universidad de Virginia, obtuvo como resultado de una
investigación que la opción sexual de los padres si influye en la división de las
tareas del hogar, por ejemplo en el cuidado de los niños. Mientras que en una
pareja heterosexual, la madre se encargó por más tiempo del cuidado de sus
hijos, la pareja lésbica compartió más equitativamente esta tarea. El único
resultado en el cual familias hetero y homoparentales coincidieron, es que
ambos se describieron a sí mismos como “muy competentes” realizando tareas de
cuidados de los niños.
A esta realidad, podemos sumar otro estudio de Patterson que puede ayudar a desmitificar el caso Satya, cuando se asegura que ser criada por dos madres es antinatural, perjudicial para su salud mental y para sus relaciones interpersonales; se trata de un Estudio Nacional de Salud Adolescente norteamericano en el que se evaluaron varios aspectos del comportamiento general frente al sexo opuesto de los adolescentes que fueron criados en hogares homoparentales.
A esta realidad, podemos sumar otro estudio de Patterson que puede ayudar a desmitificar el caso Satya, cuando se asegura que ser criada por dos madres es antinatural, perjudicial para su salud mental y para sus relaciones interpersonales; se trata de un Estudio Nacional de Salud Adolescente norteamericano en el que se evaluaron varios aspectos del comportamiento general frente al sexo opuesto de los adolescentes que fueron criados en hogares homoparentales.
Los resultados indicaron que aunque el tipo
de familia (según la preferencia sexual de los padres) tenía pocos vínculos
significativos con cualquier aspecto del desarrollo del adolescente en lo social
o personal, es la calidad de las relaciones con los padres la que marca
diferencias en cuanto al uso de sustancias estupefacientes, comportamiento
delictivo, y las relaciones con los compañeros. Los adolescentes cuyos padres
reportaron tener relaciones cercanas con ellos eran propensos a tener una mayor
autoestima, un menor número de síntomas depresivos, un menor consumo de alcohol y
tabaco, y el comportamiento menos agresivo, también a tener más amigos en la
escuela y una mayor atención dentro de sus redes de amistad que otros
adolescentes.
Todo esto implica que las decisiones
importantes sobre la vida de las personas no tienen relación alguna con la
orientación sexual de los padres, sino con las cualidades de las relaciones de
los adolescentes con los padres. Finalmente, el caso Satya nos debe llevar a
concluir que la decisión del juez debe preservar el desarrollo en bienestar y
la convivencia en el hogar establecido por sus madres, y que estos temas en un
Estado laico deben ser discutidos en base a las garantías constitucionales y a
la evidencia científica.
- Para más referencias: http://www.livescience.com/6073-children-raised-lesbians-fine-studies-show.html - en inglés.
- También recomiendo ver la intervención de Zach Wahls (19 años), explicando la realidad de su familia de dos madres en la Cámara de Diputados de Iowa.