13 de noviembre de 2008

La cultura preestablecida y su coste

La actividad cultural a lo largo de la historia comenzó a revestir cada vez más las formas del mercado y la producción industrial, pasando de actores-espectadores a productores-consumidores.

Todo objeto cultural es concebido como un producto, por lo que tiene un valor monetario además de un valor estético o moral, y es en función de aquel, que el mercado selecciona la oferta objetiva de productos culturales, así como también la posibilidad de producirlos.

El concepto de industria cultural desarrollado por Theodore Adorno y Max Horkheimer en su ensayo "La industria cultural", se ejemplifica con la producción de películas en Estados Unidos, en donde además se condiciona la demanda del producto cultural al alterar con antelación la percepción del público de esta forma:

"Los sentidos están ya determinados por el aparato conceptual aún antes de que tenga lugar la percepción; el burgués ve de antemano el mundo como el material con el que se lo construye. Kant ha anticipado intuitivamente lo que sólo Hollywood ha llevado a cabo conscientemente: las imágenes son censuradas previamente, ya en su misma producción, según los modelos del entendimiento, conforme al cual han de ser contempladas después. La percepción mediante la cual el juicio público se ve confirmado estaba ya preparada por éste aún antes de que se produjera”.

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